Durante los últimos años hemos visto cómo cada vez se le da más importancia a la educación emocional, donde, si bien no todas las comunidades educativas la incluyen como parte fundamental en sus planes de estudio o procesos de aprendizaje, sí hay un creciente interés por saber más este concepto y el rol que tiene en las aulas. ¡Descubre más sobre este concepto acá!
¿Qué es la educación emocional?
Muchos investigadores, de distintas áreas, se han propuesto analizar qué representa la educación emocional, y desde ahí han surgido muchas definiciones, como por ejemplo, la de Daniel Goleman, psicólogo estadounidense, quien en 1995 escribió un libro que habla específicamente de ello.
Para Goleman, el concepto de educación emocional tiene que ver con la capacidad de reconocer las emociones, tanto propias como ajenas, y de gestionar nuestra respuesta ante ellas. Él pone especial atención en el término “respuesta” en vez de “reacción”.
Para el psicólogo estadounidense, una persona con inteligencia emocional resiste a la tentación de reaccionar de manera impulsiva e irreflexiva y, en vez de eso, actúa con autenticidad, sinceridad y receptividad.
Por otro lado, Rafael Bisquerra, profesor y psicólogo, la define como “un proceso educativo, continuo y permanente, que pretende potenciar el desarrollo emocional como complemento indispensable del desarrollo cognitivo, constituyendo ambos los elementos esenciales del desarrollo de la personalidad integral”.
Ambas definiciones nos llevan a lo mismo: es la capacidad que tenemos para enfrentar mejor los problemas que surgen de la vida cotidiana; para ello necesitamos desarrollar los conocimientos y habilidades sobre nuestras emociones. Sólo así podremos alcanzar el bienestar personal y social.
Importancia de la educación emocional en las aulas
Si nos preguntamos cuál es el fin de la educación, diríamos que es el de contribuir a formar a niños y adolescentes integrales, promoviendo el desarrollo personal pleno de los estudiantes, potenciando su libertad y sus capacidades de creatividad, iniciativa y crítica.
En este sentido, la educación emocional tiene mucho que aportar en las aulas para ayudar al desarrollo de esos estudiantes integrales. Si lo pensamos desde una perspectiva más amplia, la educación emocional se conecta con varios aspectos de la vida de los estudiantes en el aula.
Por ejemplo, cuando los niños, niñas y jóvenes se frustran en el colegio por alguna asignatura que no les va bien, la inteligencia emocional les ayuda a manejar y enfrentar mejor sus emociones.
Cuando en el colegio hay alumnos que realizan bullying contra otros, también actúa este tipo de educación, promoviendo la empatía hacia los demás, haciendo que los niños que realizan este tipo de actos, entiendan el porqué lo hacen, desde dónde nace su motivación por hacerlo, identificando sus propios sentimientos y emociones, y cómo sus hábitos le afectan a los demás.
O cuando los estudiantes se conocen a sí mismos, entienden mejor qué les gusta y cuáles son sus intereses, esto, en el ámbito académico, les puede ayudar a entender cómo quieren desarrollarse profesionalmente en el futuro.
En última instancia, cuando mejoran las habilidades emocionales de los alumnos y alumnas, mejora su proceso académico, y asimismo, la calidad del aprendizaje.
Entendiendo esto, la educación emocional en las aulas promueve:
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- El autoconocimiento emocional.
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- La importancia del lenguaje para comunicarse con uno mismo y con otros.
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- La construcción del autoconcepto.
- Habilidad de escucha y empatía, para gestionar las emociones propias y ajenas.
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- El logro de competencias emocionales y el vínculo de ellas con los procesos de enseñanza-aprendizaje.
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El rol del docente
Los docentes son una figura clave para gestionar la educación emocional en las aulas. Hagamos el ejercicio de trasladarnos a esos años en que nosotros éramos los estudiantes. Pregúntate: ¿cuáles son los profesores que más recuerdas?
Probablemente tu respuesta tenga que ver con aquellos que más nos entregaban confianza, seguridad y respeto, los que siempre llegaban a clases con buen ánimo y eran capaces de transmitirlo, a quienes podíamos dirigirnos con naturalidad y cercanía.
Todo esto nos indica la importancia del aspecto emocional para nosotros, que en ese entonces éramos estudiantes. Lo cual también ocurre con los estudiantes de hoy, y probablemente, con los del futuro.
Un docente en el aula debería cumplir con dos roles: uno es el pedagógico, y otro el de líder socio-emocional, después de todo, al estar en una posición asimétrica, los estudiantes verán en él/ella un ejemplo de cómo actuar.
Y es que solo un profesor/a emocionalmente competente, podrá ayudar a desarrollar la educación emocional en el aula, generando un clima escolar sano, donde los estudiantes puedan estimular su creatividad y dar lo mejor de sí mismos.
Los beneficios de la inteligencia emocional en el aula
En la práctica, si promovemos la inteligencia emocional en las aulas, veremos que:
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- Los estudiantes estarán más motivados en clases.
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- Aprenderán a trabajar mejor en equipo.
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- Identificarán cuáles son sus puntos fuertes, debilidades y limitaciones.
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- Podrán identificar y gestionar mejor sus conflictos.
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- Mejorará su salud mental, ya que enfrentarán mejor su ansiedad, depresión, cuadros de estrés, etc.
Últimas recomendaciones
Como recomendaciones finales, se hace necesario que dentro de los programas educativos contemos con planes de educación emocional, los cuales deberían iniciarse a edad temprana, en niños y niñas; etapa donde comienzan las bases de su aprendizaje y la relación con su entorno.
Por ejemplo, identificando sus emociones, poniéndole nombres, dando el espacio para compartir sus sentimientos; así podremos hacer que los niños y niñas asocien sus emociones con las situaciones que se les presenten, lo que en el futuro les permitirá tener mejor conciencia emocional y empatía.
Ya en la etapa en que son más adolescentes, también necesitarán del apoyo de la educación emocional, al ser una etapa de autoafirmación, de toma de decisiones, de adoptar una mayor responsabilidad, de aceptación, etc., esto les podrá servir para su pleno desarrollo.
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