La pregunta no es tan fácil de responder: ¿cómo debería ser una relación entre profesor y estudiante? ¿Debería ser una relación más cercana que lejana? ¿Debería involucrarme más con mis estudiantes? 

Estas son algunas interrogantes que los docentes se hacen dentro del aula cuando generan más confianza con ciertos estudiantes, o en el caso contrario, cuando la relación es muy distante, los cuales los lleva a dudar sobre qué tan cercana o lejana debería ser la relación profesor – alumno en el aula. 

En este artículo abordaremos el vínculo entre docente y alumno, cuál es la importancia de esta interacción y cómo se puede trabajar la relación para fomentar ambientes más propicios de aprendizaje.

Relación profesor y estudiante: un factor que influye en el aprendizaje 

Existen muchos estudios, informes y teorías al respecto de cómo debería ser la relación entre docentes y estudiantes. Pero, todas parecen tener un factor en común: la relación profesor y estudiante es fundamental para lograr el éxito académico, y es que la relación entre afectividad y cognición es un fenómeno reconocido por distintos autores, Piaget por ejemplo, ya lo señalaba en su libro “Inteligencia y afectividad” (1954). 

Desde el punto de vista del psicoanálisis, los estudios señalan que existe una “teoría del apego”, protagonizada por un niño y un adulto, donde el adulto es el cuidador. Esto se relaciona en el contexto pedagógico, donde el docente se transforma en ese adulto que le garantiza seguridad. 

El concepto de seguridad es el que une ambas relaciones, donde el docente, sensible a las necesidades del estudiante, le ayuda a desarrollar su capacidad de explorar su conocimiento y alcanzar su autonomía. 

Esto es algo que Neva Milicic, psicóloga infantil chilena, ya viene planteando desde hace tiempo: “No hay aprendizaje posible sin bienestar emocional. La angustia es un bloqueador importante del aprendizaje y eso está demostrado. Los niños que fracasan tempranamente asocian aprendizaje con angustia y siguen bloqueados para siempre”. 

Un docente que reconozca al estudiante como un otro 

Debido a lo anterior, muchos autores concuerdan en que si bien la relación del docente debe abarcar el plano cognitivo, también es importante establecer una relación afectiva de manera cálida, donde el docente asegure a los estudiantes un ambiente propicio para su bienestar y desarrollo personal, lo que por consecuencia favorecerá su relación con el aprendizaje. 

De acuerdo a Milicic: “Las respuestas en el ser humano son integrales. Por eso hablamos tanto en educación del aprendizaje integral y de no separar lo académico del aprendizaje emocional, tienen que hacer sinergia”. 

Tal cual lo plantea Milicic, es necesario vincular el plano académico con lo emocional, por ende, el docente no debe ver al estudiante como alguien que sólo recibe información, sino como a un otro que también siente, piensa y actúa en consecuencia. 

¿Qué importancia tiene la interacción entre docente y alumno?  

La relación que hay entre un docente y un alumno es fundamental, sobre todo si la relación va más allá de lo netamente académico, y es que en el proceso de enseñar también influyen las emociones. 

“Enseñar es una práctica emocional: La enseñanza activa, da forma o afecta los sentimientos a quienes se enseña” (Hargreaves, 1998). 

De esta manera, un docente que más allá de compartir sus conocimientos, también sepa escuchar a sus estudiantes y conocerlos, será valorado por los estudiantes que ven en él esa seguridad y confianza de la que hablamos antes. 

Beneficios de un buen vínculo entre profesor y estudiante

1. 1. Motivación y compromiso: Un buen vínculo motiva a los estudiantes; cuando sienten que el docente se preocupa por ellos, es más probable que se esfuercen y participen activamente. 

2. 2. Un buen clima de aula: También influye en un clima de aula de confianza, donde los estudiantes se sienten cómodos para hacer preguntas, expresar sus opiniones y admitiendo si necesitan ayuda, ya sea con temas netamente académicos o bien personales. 

3. 3. Apoyo emocional: El vínculo profesor-estudiante también proporciona un importante apoyo emocional. Los docentes pueden ser guías y ofrecer contención en momentos de dificultad o estrés. Un entorno de aprendizaje emocionalmente seguro puede tener un impacto positivo en el bienestar mental de los estudiantes. 

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Vínculo profesor y estudiante: Reformulando el proceso tradicional de enseñanza — aprendizaje 

En la actualidad, el enfoque de enseñanza – aprendizaje ha cambiado, y se espera que el docente ya no sea simplemente una máquina de información. Al contrario, el docente debería adoptar un enfoque más interactivo basado en el diálogo. 

En este sentido, es importante reconocer los intereses individuales y las distintas perspectivas del estudiante sobre el mundo que le rodea, donde puedan, a través de sus preguntas y reflexiones, influir en la forma en que se enseña el docente, permitiendo así la construcción de una experiencia educativa más significativa y transformadora para ambas partes.  

Pero, ¿qué es lo primero que deben hacer los docentes para integrar el aprendizaje socioemocional en la experiencia académica? 

En el libro “Formación emocional en entornos educativos”, escrito por Neva Milicic, Teresita Marchant y Soledad López de Lérida, se plantea que lo primero a tener en cuenta es contar con docentes emocionalmente competentes; donde estos puedan promover emociones positivas, las cuales influyan en su relación con estudiantes, apoderados, compañeros de trabajo y funcionarios. 

¿Cómo trabajar el vínculo docente – alumno? 

De acuerdo al documento Lazos significativos entre educadores y estudiantes, realizado por el Ministerio de Educación, para fortalecer el vínculo hay 3 características esenciales que los profesores y profesoras deben desarrollar en la práctica pedagógica con sus estudiantes: 

• • Sensibilidad: Plantear actividades que favorezcan el reconocimiento y regulación de las emociones. Por ejemplo, al iniciar la clase abrir el diálogo respecto al estado emocional de los estudiantes, realizar ejercicios de meditación, autoconocimiento o empatía.  

• • Responsividad: Responder asertivamente a los conflictos que los estudiantes puedan presentar, ya sea en lo académico, lo social o emocional. Ofrecerles apoyo frente a sus necesidades.  

• • Dialogicidad: Mantener espacios de reflexión y diálogo entre estudiantes y docentes, desarrollar la escucha activa, el pensamiento crítico, el reconocimiento mutuo y la asertividad. 

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